Desde hace algún tiempo el teléfono de mi casa se ha vuelto algo insoportable para mí. Vivo con unas ganas continuas de arrancarlo de la pared y tirarlo por mi terraza, para después observar cómo estalla tras caer desde una altura de 14 pisos...
Le he cogido una intolerancia impresionante, y su simple timbre me cabrea. Y es que no es para menos. Estoy en plena época de exámenes, y tengo que dedicar todas las tardes a estudiar. Necesito concentración, silencio, tranquilidad. Y cuando estoy intentando ponerme a ello siempre pasa lo mismo...
No pasan más de 30 minutos en esta casa sin que suene el teléfono. Y no es algo que pase sólo por la tarde, porque a veces me quedo en casa a estudiar si las clases que tengo no son muy relevantes, y pasa exactamente lo mismo... Desde las 8 de la mañana no para de sonar el teléfono, y eso sigue hasta más o menos las 10 de la noche, sin respetar horas de comida o de siesta ¡O DE ESTUDIO!
Mi madre ha establecido un ciclo continuo de marujeo, en el que ella llama y la llaman durante todo el día para contar una vez tras otra la misma nimiedad, el último cotilleo. Dedica la mayor parte del día a lo que comunmente se llama "marujear", y cuando no está en casa... Sus amigas marujas siguen llamando, y tengo que levantarme entre 5 y 8 veces en menos de 2 horas a coger el teléfono. Porque ellas no entienden que si les digo "Mi madre no está, yo le digo que te llame" no quiere decir que llamen una y otra vez para comprobar si ya ha llegado mi madre. No entienden que si el teléfono da 5 tonos y nadie lo coge, es que deberían pensar que no hay nadie o que nadie quiere hablar.
E incluso cuando mi madre está en casa, el teléfono es una pesadilla para mí. Mi madre y mi hermana, que son las que suelen estar en la hora punta de cotilleo máximo (es decir, después de los programas de cotilleo de por la mañana, y después del Sálvame por la tarde), pecan de un enorme gandulismo a la hora de ir a coger el teléfono, y soy yo, la que casi nunca lo usa, la que tiene que ir a cogerlo uuuuuna y otra vez. Y lo peor es que hay un teléfono inalámbrico en casa para que mi madre no incordie con sus llamadas, pero lo descarga enseguida de tanto que habla y es incapaz de volver a ponerlo a cargar...
Y después así me va. Con un estrés contenido que va aumentando a lo largo de la tarde hasta niveles infinitos, discutiendo con mi madre día sí y día también al final de la jornada, porque no respeta mis horas de estudio con sus llamaditas y no le pide a sus amigas marujas que no llamen a esa hora, porque es incapaz de mantener un tono de voz bajo cuando habla, porque es incapaz de entender que tengo derecho a quejarme de eso y el hecho de ser su hija no significa que deba ser sumisa, obediente y conformista 100%.
Nunca fui amiga de las bibliotecas. No me va eso de que la gente me mire como si fuera a asesinarme por hacer el más mínimo ruido, además esos sitios me resultan demasiado sobrios e incómodos y me gusta estudiar con mi pijama puesto, sentada como me da la gana y comiendo si tengo hambre, bebiendo si tengo sed, diciendo en voz alta lo que leo si me da la gana. Pero me veo teniendo que cambiar de opciones.
2 comentarios:
En mi casa los que llaman son los que quieren vender algo, siempre a las horas más inoportunas. No entiendo mucho a tu madre, esa es la verdad, pero hija, paciencia, no te queda otra.
jajjajajajja xDD En mi casa pasa lo mismo...menos mal que tienden a abandonarme por las tardes, últimamente...:P Biblioteca si se puede! xD
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