viernes, 21 de enero de 2011

Central telefónica volumen 2

Ya estaba tardando en verme lanzada a escribir una entrada como esta. 

Y es que cuando pensaba que lo de las llamadas telefónicas a toda hora del día con una frecuencia nada despreciable se había solucionado, hemos vuelto a lo mismo. Estoy volviéndole a pillar una aversión horrible al timbre del teléfono. 

Aunque no lo hubiera dejado del todo, mi madre había "mejorado" ese hábito que tan poco combina con mi rutina de estudiar todo el día y necesitar una atmósfera calmada y medianamente silenciosa (a ver, que yo puedo admitir que la gente hace ruido cuando vive en una casa, pero hay cosas que son admisibles y cosas que no, y esta historia es una de esas cosas que yo no trago) Ahora ha vuelto de nuevo a pegarse a ese dichoso teléfono.
Y hoy me he despertado a las 7.40 A.M gracias a su voz a todo decibelio a través del maldito aparato (ya se que muchos se despertarán antes, pero supongo que coincidirán conmigo en que esas no son horas de hacer un ruido excesivo) No le bastó con que me levantase y le pidiese por favor que hablase más bajo. Siguió como si nunca le hubiera dicho nada.

Me fui a desayunar, porque tenía hambre y no podía volver a dormirme, tardé como 20 minutos, porque me di toda la parsimonia del mundo. Me estaba tomando las cosas con calma porque me estaban empezando a latir todas las arterias de la cabeza del cabreo que se me iba formando. 

En vista de que se fue hacia otra habitación más alejada de la mia, me puse a estudiar, porque con la mala uva que me estaba saliendo tenía los ojos como platos y no podía volver a dormir. Pero ¡ah! tocan a la puerta, y ella está muy ocupada con su querido teléfono: Vete tu, hija mia, que no estás haciendo ¿nada? ¿Empezamos el día ya con interrupciones de estudio innecesarias? 

En fin, que gracias a todo esto me encuentro ahora en pleno estado de furia berserker. Y menos mal que ahora estoy sola en casa y he podido desproticar a gusto conmigo misma (suena de locos, pero al menos no me lo guardo dentro) El teléfono ahí está, descolgado. Si alguien me necesita que me llame al movil. 

PD: Bueno, mientras he ido escribiendo esto se me ha ido quitando la neblina roja violenta XD que tenía en la cabeza, y me ha vuelto a entrar sueño. Creo que voy a descansar media horita y a levantarme de nuevo, como si nada de esto hubiera pasado.

1 comentarios:

Mamá (contra) corriente dijo...

Jajajaja ¿Has pensado en desconectar el teléfono de la clavija de la pared? Yo lo hago ahora en las siestas del niño y va de perlas.