martes, 25 de mayo de 2010

Reivindicación social: VIVA LA OPERACIÓN MICHELÍN

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Me da igual decirlo, como si tengo que gritarlo, porque no tengo problema con ello. He engordado. Sí, he engordado, permitiéndome más de un capricho culinario, dándome el gusto de alegrar mi vida con alguna que otra chocolatina, algún helado o trozo de tarta.

Y soy feliz siendo como soy, mi índice de masa corporal (IMC) está por debajo de 25 (ahoramismo 22,3) y no supone ningún riesgo para mi salud que tenga el culo un poco más gordo, o que me haya salido un poquito de barriga, siempre y cuando no me exceda de ese IMC de 25 (en el que los riesgos para algunas enfermedades aumentan). 

Sigo viéndome bien cuando me miro al espejo, y me siento orgullosa de mi cuerpo. Porque no necesito estar como un palo para lograr satisfacción personal, y porque no voy a renunciar al placer de poder comer dulces de vez en cuando por lucir como una sílfide en la playa.
Y es que estoy hasta las narices. Parece que por ser mujer tengo la obligación de ponerme a dieta para bajar los aproximadamente 5 kilos que "me sobran" y así lucir bella como una camella dentro del bikini rojo ese que sale en el anuncio de los cereales que saben a paja seca. Enciendes la tele y ¡PUM! Anuncios de Special K con su maldita operación bikini, anuncios de BioCentury en el que modelos con pocas luces dicen que son "más listas que el hambre" (lo que hay que ver...) pastillas, dietas milagrosas, ¡productos dietéticos de todo tipo en cualquier medio de comunicación!

Y como no, vas a una tienda a probarte ropa, y sabes que llevas la 38, porque todos tus pantalones son de esa talla, y no es que te empeñes en que te entren. Te quedan bien, sin morcillas a los lados. Pero te pruebas uno de tu supuesta talla... Y ¡Dios mio! A ver quién entra en esos pantalones, porque hay que metérselos con calzador. Al final acabas probándote una 42 y hasta apretada te queda, y alarmada piensas, ¿tánto he engordado? Pero qué cosas.... Vas a otra tienda, y la misma talla 38 te queda genial. 

Los medios distorsionan la percepción de la belleza. Y es que promocionan como salud no tener a penas reserva de grasa (me gustará ver a mí a esas mujeres con la menopausia, que cuanta menos grasa tienes menos estrógenos produces) o estar negra como un tizón (claro, lo que no dicen es que tomar el sol de forma prolongada aumenta a la larga las posibilidades de padecer cáncer de piel) y como te salga alguna arruga ¡Horror! Y ya de canas ni hablemos.

Lo peor es que la audiencia lo sigue todo a pies juntillas. Porque ya no sé cuántas veces me habrá dicho alguien de mi familia "oye, estás poniéndote un poco fofa, deberías hacer ejercicio" o "eso engorda" o "estás demasiado blanca, deberías ir a la playa" (Cabe destacar que también me hacían saber "su opinión" cuando pesaba 8 kilos menos. Entonces era que estaba demasiado flaca, ¿en qué quedamos?) Y lo peor es que ni siquiera tengo sobrepeso. Sólo he engordado cinco kilos. No quiero imaginarme lo mal que lo debe pasar alguien que sí tenga sobrepeso, con tantos dedos acusadores señalándole.

En definitiva. Estoy harta de tanta tontería junta. De que las chicas con curvas de toda la vida ahora sean gordas, de que estar blanca sea sinónimo de estar enferma. No se puede ser tan hipócrita, no se puede aplaudir el hecho de que Cibeles no deje desfilar a ninguna modelo con un IMC inferior a 18 y luego inflarte a comer Special K y a ponerte cremitas para la celulitis.

Me asusta ver a tantas mujeres preocupadas en exceso por su peso, por no arrugarse, por estar morenas y tersas cual culito de bebé. ¿De qué sirve todo eso al final? Lo que perdura no es nada de eso. Está bien cuidarse para estar sano, no excederse (lo dicho, procurar que el IMC no se acerque a 25) y tener cierto mimo con uno mismo (yo soy la primera que se echa crema hidratante y exfoliante) pero no hay que ser extremista. Si uno envejece, pues envejece, pero no está enfermo. Si engordas un poco no eres un obeso, y si te sale una cana siéntete orgulloso de ello, porque eso significa que ya has vivido varios años y no todo el mundo puede decir lo mismo.

Y lo dicho, a la basura con la operación bikini. Yo me siento bien con mi michelín.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Vivo en una central de Telefónica

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Desde hace algún tiempo el teléfono de mi casa se ha vuelto algo insoportable para mí. Vivo con unas ganas continuas de arrancarlo de la pared y tirarlo por mi terraza, para después observar cómo estalla tras caer desde una altura de 14 pisos... 

Le he cogido una intolerancia impresionante, y su simple timbre me cabrea. Y es que no es para menos. Estoy en plena época de exámenes, y tengo que dedicar todas las tardes a estudiar. Necesito concentración, silencio, tranquilidad. Y cuando estoy intentando ponerme a ello siempre pasa lo mismo...

No pasan más de 30 minutos en esta casa sin que suene el teléfono. Y no es algo que pase sólo por la tarde, porque a veces me quedo en casa a estudiar si las clases que tengo no son muy relevantes, y pasa exactamente lo mismo... Desde las 8 de la mañana no para de sonar el teléfono, y eso sigue hasta más o menos las 10 de la noche, sin respetar horas de comida o de siesta ¡O DE ESTUDIO!

Mi madre ha establecido un ciclo continuo de marujeo, en el que ella llama y la llaman durante todo el día para contar una vez tras otra la misma nimiedad, el último cotilleo. Dedica la mayor parte del día a lo que comunmente se llama "marujear", y cuando no está en casa... Sus amigas marujas siguen llamando, y tengo que levantarme entre 5 y 8 veces en menos de 2 horas a coger el teléfono. Porque ellas no entienden que si les digo "Mi madre no está, yo le digo que te llame" no quiere decir que llamen una y otra vez para comprobar si ya ha llegado mi madre. No entienden que si el teléfono da 5 tonos y nadie lo coge, es que deberían pensar que no hay nadie o que nadie quiere hablar. 

E incluso cuando mi madre está en casa, el teléfono es una pesadilla para mí. Mi madre y mi hermana, que son las que suelen estar en la hora punta de cotilleo máximo (es decir, después de los programas de cotilleo de por la mañana, y después del Sálvame por la tarde), pecan de un enorme gandulismo a la hora de ir a coger el teléfono, y soy yo, la que casi nunca lo usa, la que tiene que ir a cogerlo uuuuuna y otra vez. Y lo peor es que hay un teléfono inalámbrico en casa para que mi madre no incordie con sus llamadas, pero lo descarga enseguida de tanto que habla y es incapaz de volver a ponerlo a cargar... 

Y después así me va. Con un estrés contenido que va aumentando a lo largo de la tarde hasta niveles infinitos, discutiendo con mi madre día sí y día también al final de la jornada, porque no respeta mis horas de estudio con sus llamaditas y no le pide a sus amigas marujas que no llamen a esa hora, porque es incapaz de mantener un tono de voz bajo cuando habla, porque es incapaz de entender que tengo derecho a quejarme de eso y el hecho de ser su hija no significa que deba ser sumisa, obediente y conformista 100%.

Nunca fui amiga de las bibliotecas. No me va eso de que la gente me mire como si fuera a asesinarme por hacer el más mínimo ruido, además esos sitios me resultan demasiado sobrios e incómodos y me gusta estudiar con mi pijama puesto, sentada como me da la gana y comiendo si tengo hambre, bebiendo si tengo sed, diciendo en voz alta lo que leo si me da la gana. Pero me veo teniendo que cambiar de opciones.

jueves, 6 de mayo de 2010

Las perspectivas cambian con respecto a la cirugía

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Si bien el martes me curaron de espanto con el incidente de la colostomía, hoy los cirujanos me han dejado maravillada. Y que conste que no uso ironías.

Hoy, por primera vez en mi vida, he entrado a un quirófano sin ser una paciente, y ha sido una experiencia genial. Como si hubiera atravesado la densa niebla que existe entre los pacientes y los cirujanos, viendo por fin qué se cuece realmente mientras uno está dormido o sedado por efectos de la anestesia. 

Entré algo nerviosa. Después de la experiencia del martes no sabía si volvería a sentirme incómoda, no sabía si al igual que algunos compañeros me daría un bajón de tensión y me desplomaría al suelo, o si no iba a ser capaz de mirar cómo usaban bisturí y empezaban a profundizar en la carne. 

Me lo imaginaba todo más sangriento, más sucio, menos delicado, pero me he sorprendido. La cirugía es todo un arte, y los cirujanos unos artistas. 

En mi primera práctica en el quirófano pude observar una tiroidectomía (al paciente le estaban quitando el tiroides, tenía un bocio bastante exagerado) Era impresionante ver cómo iban poco a poco quitando cada capa de tejido, cauterizando, ligando vasos sanguíneos, teniendo un desmesurado cuidado en todo momento.

Me asombró también la coordinación que debían tener el cirujano, su residente, la enfermera, el anestesista, e incluso nosotros.

Sí, nosotros (mi compañero de prácticas y yo) también pusimos nuestro granito de arena en aquella cirugía. Nos dejaron lavarnos, nos pusieron guantes y bata esterilizados, y allí estuvimos, ayudando al cirujano y a la residente de cirugía a mantener la piel y los músculos separados, dejándoles un campo de visión libre en el que poder trabajar. (Obviamente no usábamos las manos directamente, usábamos algo que ellos llamaron "mosquitos", que eran una especie de tijeras-pinzas, y una herramienta que tenía forma de palanca curvada)

Sé que muchos compañeros han asistido a sus prácticas en quirófano y sólamente han podido observar la actividad desde un rinconcito en el que "no molestasen a nadie". Así que me siento afortunada, porque me ha tocado un tutor de prácticas genial, que verdaderamente me está aportando conocimientos y me deja explayarme hablando con él, preguntarle todo lo que quiera, y tratarle con algo de cercanía (aunque siempre manteniendo el respeto) sin sentir miedo a recibir un palo verbal por su parte. 

Creo que en una semana, mi tutor de prácticas, el primer doctor que se ha molestado en aprenderse mi nombre y me ha tratado como alumna que soy (no como un cacho de carne que está ahí pululando y molestando, como hacen la mayoría), se ha ganado por mi parte un mayor aprecio del que han podido ganarse profesores y tutores de prácticas que han compartido conmigo mucho más tiempo. 

Me va a dar pena cuando se acaben las prácticas de cirugía el viernes de la semana que viene... No es que ahora quiera ser cirujana, pero para mí la cirugía ya no es un ente siniestro y oscuro. Ahora veo color y oigo hasta música XD

PD: Hoy he descubierto que eso de que los cirujanos se cuentan chistes y dicen chorradas mientras el paciente está dormido, es completamente cierto. De hecho hoy me he reido bastante. Además algunos ponen música cursi mientras operan... (todo un espectáculo oir la canción de "Penélopeee... Con su bolso de piel marroooon" mientras ves cómo le extraen el tiroides a alguien...) Me pregunto si habrá alguna canción que me guste de forma subconsciente por haberla "oido" estando anestesiada mientas me operaban XD

martes, 4 de mayo de 2010

Bautizada visceralmente (y quirúrgicamente traumatizada)

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¡Hoy he comenzado mis prácticas en cirugía general! 
Yo pensaba que como mucho estaría de espectadora en uno de los quirófanos de la planta... Pero me han curado de espanto el primer día. 

Sabía que tarde o temprano tenía que enfrentarme a lo visceral, y que vería muchas cosas asquerosas a lo largo de la carrera, pero esta mañana no estaba mentalizada para ello, y me he encontrado haciendo la cosa más visceral y a mi juicio asquerosa que he hecho en mi vida XD

En fin, que procedo a contar y aviso a aquellos que sean escatológicos para que no sigan leyendo:

Comenzamos la mañana con una sesión clínica en la que se habla de pacientes oncológicos, biopsias, cirugías para extraer el tumor... En la mayoría de los casos tumores intestinales, sobre todo de colon. He de decir que esta parte de la jornada me gustó bastante, porque había una Anatomopatóloga comentando las características de los tumores y los resultados de las biopsias que,  ¡hablaba tan bien! Y yo que como dice BlazkZack soy una outlayer... (me salgo de las estadísticas y me gustan las especialidades que nadie quiere XD como microbiología o anatomía patológica) sentí unas ganas enormes de levantarme y decirle a esa mujer "Oye, en serio, oyéndote no puedo sino pensar que quiero ser como tú de mayor"

Después de revisar todos los casos, nos repartieron entre los cirujanos del servicio, para que fuéramos con ellos de paseo, al quirófano, a consulta o a pasar planta. A nosotros nos tocó con uno de esos médicos tutores que escasean bastante. Uno de esos que te explican bien las cosas, te dejan "meter mano" en algún que otro sitio, y además ¡te llama por tu nombre y te presenta a sus pacientes! (anonadada me hallaba, que después de tanto chulo suelto, el hecho de que procurase al menos saberse nuestros nombres me pareció todo un detallazo)

Y bueno, comenzamos así nuestro vagaje por la tercera planta del hospital, visitando a los pacientes de cirugía general a sus respectivas habitaciones. Hacemos un alto entre tantos para revisar a un paciente más: Mujer, que rondaría unos 50-60 años, que había sido operada para quitarle varios tumores en el colon sigmoide (tenía adenocarcinoma) y se le había realizado una colostomía (técnica quirúrgica que extrae parte del intestino grueso hacia la pared del abdomen. De esta forma las heces no salen a través del ano, sino a un orificio situado en la pared abdominal, del cual cuelga una bolsita destinada para recogerlas)

Al parecer la mujer evolucionaba favorablemente, pero al quitarle la bolsita para observar el orificio de la pared abdominal los cirujanos empezaron a hablar
-Oye, ¿no crees que el orificio ha encogido un poco?
-Quizá sea tejido de granulación, por la cicatrización
-Vamos a hacer un "tactito" para ver si el conducto está bien y la "caca" puede salir
-Sí...-Y el doctor "soy el único que te llama por tu nombre de entre toda la plantilla de éste hospital" (que me perdone la Dra. Jomeini por usar su técnica de poner pseudónimos a los profesionales que trabajan en la sanidad XD) se pone unos guantes de la talla L e introduce un dedo a través del agujero... Lo mueve hacia arriba, palpando, y saca el guante... impregnado en... Ya se imaginarán... En mierda-Bah, ¡ por aquí baja perfectamente! Es sólo tejido de granulación-declaró, convencido, y entonces llega el momento fatídico en que nos mira y dice-¿Ustedes quieren probar?-parecía una sugerencia, pero no lo era. Quería que uno de nosotros metiera mano ahí, a ver si éramos capaces. Y si no lo hacíamos seguramente tocaría una charla de "pero si es que estas cosas se las van a encontrar todos los días, tienen que aprender", con reafirmación de superioridad profesional incluida.

Mi pobre compañero de prácticas fue el primero que se atrevió. Metió el dedo meñique en aquel boquete, y lo movió, sin mirar, y su cara era un poema. Yo me estaba haciendo la sueca como quien dice, para ver si con que lo hiciera uno le bastaba... Pero cuando mi compañero terminó me miró a mí, y me señaló el orificio repetidas veces, como diciendo "Venga, te toca, a ver si eres capaz" Y yo, para no perder la dignidad (sí, suena irónico, pero si no hacía eso, perdía la dignidad delante de los cirujanos y quizá hasta dejaban de llamarme por mi nombre, quien sabe XD) metí el dedo meñique, enguatado eso sí, y lo moví ahí dentro, con cara de circunstancia, de autocontrol, mientras por dentro pensaba "Oh Dios mio, por favor, no puedo vomitar aquí, voy a morirmeeee". Dejé a mi pequeño dedo sentir la consistencia pastosa de la mierda que tras el orificio se encontraba, preparada para salir en poco tiempo al espacio de la bolsita plástica, y lo saqué cuando observé al cirujano satisfecho, poniendo yo una sonrisa de idiota para disimular el asco que me daba el pestazo que soltaba aquel agujero, y la visión de mi dedo meñique lleno de mierda ajena.

Tiré el guante a la basura, y me aparté disimuladamente. Respiré hondo... Uff.... Pensé entonces "y después hablaba de los coprocultivos de las prácticas de micro, creo que después de esto puedo hacer cualquier cosa". Volvieron a ponerle la bolsa a la señora, nos despedimos de ella, y continuamos con el paseo sin más experiencias traumáticas para mí... Eso sí... Me pasé el resto de la mañana lavándome las manos cada vez que tenía oportunidad... 




Ésta era la primera vez que "tocaba" una víscera con mis manos. Creo que no sirvo para ser cirujana... Lo mio es el laboratorio XD