jueves, 29 de abril de 2010

De profesión: tocapelotas

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 Nunca he sido de las que dan excesivamente el espectáculo. Cuando estoy con mi pareja y hay más gente no hago que los demás se sientan como violinistas o candelabros, y tampoco me dedico a merendarme a mi novio mientras otros intentan conversar con nosotros.

Pero todo tiene un límite... Y si bien yo soy respetuosa con los demás y no les hago tragar cosas que son sólo de mi novio y mias, espero de los demás que respeten los momentos en los que hablo a solas con mi novio.

No soy una novia posesiva que pretenda acaparar todo el tiempo, pero me gusta pasar aunque sea veinte minutos sola con mi pareja, aunque sea para hablar de aquellas cosas que no hablas con nadie más que con tu pareja, o para estar juntos.

Y creo que es bastante evidente que cuando eso pasa los demás no deben acercarse. Si veo a dos personas haciéndose arrumacos, o hablando en actitud cariñosa (sin dar el espectáculo XD) no voy a ir a interrumpir. Eso es para mí una grosería, además de una falta a nuestro derecho a la intimidad.

La mayoría de nuestros amigos y conocidos entienden ese tipo de cosas, pero... Hay alguno que no se entera... Hay una persona en nuestra facultad (estudiamos medicina en la misma universidad ambos, y menos mal, porque a penas tenemos tiempo libre entre semanas y allí podemos estar un ratito a solas de vez en cuando) que siempre aparece cual mosca cojonera cuando estoy intentando disfrutar de esos veinte minutos de tranquilidad con mi novio.

Es el típico fantasmón, que se cree que es la leche y todo el mundo se ríe con sus gracias. Y en ese "todo el mundo" vamos incluidos mi novio y yo. En medio de su desesperación por llamar la atención siempre tiende a decir fracesitas jocosas, pasando a nuestro lado, cuando se nota de lejos que no deseamos que NADIE se acerque. Y si eso fuera un par de veces todavía le reiría la gracia, pero ya es siempre. Cada vez que nos ve tiene que venir a tocar los cojones y a hablar con mi novio de cosas absurdas "de machos" como si yo no existiera.

En la última de sus gracias a punto estuve ya de volverme una cobra venenosa y lanzarme contra él. Sólo estaba abrazando a mi novio y ya nos soltó "¡Váyanse a un motel!" entre carcajadas. Que sí, que esa broma es muy típica y lo hace todo el mundo. Pero cuando se repite uuuuuuuuuuna y oooooooootra vez acaba volviéndose una pesadilla.

Ya le he dicho a mi novio que la próxima vez que se acerque le pegaré un buen corte, por no pegarle un guantazo, que es de lo que verdaderamente tengo ganas. Estoy cargada de exámenes y no veo a mi novio tanto como quisiera, y este agilipollado mental está estropeando los pocos momentos en los que puedo relajarme.

Mal bicho le pique en sus partes y le transmita una ETS ¬¬ (Enfermedad de Transmisión Sexual) así se le quitará la bobería.

viernes, 16 de abril de 2010

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Hoy es uno de esos días en los que a una le viene a la mente el típico pensamiento negro. Cada uno tiene el suyo propio, y el mio viene siendo el mismo desde hace tiempo. Y es cuando veo grandes muestras de incomprensión por doquier cuando caigo nuevamente y pienso: "Nadie me escucha, nadie me entiende"

Siempre me he sentido distinta, por circunstancias de la vida. Normalmente me siento orgullosa de no ser igual a las mayorías en todo, de tener una chispa de originalidad, de esa que escasea tanto últimamente. Pero cuando la incomprensión es tan grande no puedo sino sentirme desgraciada o furiosa porque nadie sea capaz de entender lo que quiero expresar. 

Y entonces la burbuja se me hace más pequeña, y me quedo quieta, en un espacio reducido en el que no cabe nadie más que yo. Me quedo encerrada aquí adentro, y nadie es capaz de sacarme. 

Como se suele decir: rodeada de mucha gente, pero en esencia, sola. Y cada vez con una piedra más a la espalda.

PD: Hoy cedo el honor de ponerle música a mi entrada a una amiga mia. Llevo la mitad de la tarde escuchando una canción que ella compuso. Se la dedico de paso a alguien que parece sentirse mal por mi culpa. Porque esto es lo que ella siente.


sábado, 10 de abril de 2010

Un año más vieja

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El tiempo vuela, y así los años pasan a una velocidad a veces abrumadora, que acelera exponencialmente. Hoy supero las dos décadas, pues hace 21 primaveras que abrí los ojos para conocer el mundo. Aún sigo sin terminar de conocerlo.

En estos veintiún años, muchas cosas han cambiado, y en cambio otras siguen igual. Muchos se han ido y otros muchos han llegado, he perdido muchas cosas, pero he ganado otras tantas. Y he crecido. 

Cuando empezaba a dar los primeros pasos de mi vida las etapas siguientes parecían encontrarse a años luz. Como todo niño, cuando estaba en el colegio miraba con admiración a quienes iban al instituto, y una vez estuve allí estaba deseando llegar a la Universidad. Ahora que estoy en la Universidad miro hacia atrás y echo de menos el colegio y el instituto, lugares en los que dejé muchos recuerdos, personas y acontecimientos importantes que me formaron tal y como soy hoy.

Y es que a veces la nostalgia me inunda. No creo que estos tiempos sean los peores, pero hay muchas cosas que echo de menos. Como la inocencia, o la gran importancia que uno le daba cuando era pequeño a cosas que hoy resultan triviales. 

Echo de menos oir a mi abuela paterna cantando en la cocina,  mientras yo le decía seriamente que debería presentarse al programa "Lluvia de estrellas". Echo de menos los trucos que utilizaba mi bisabuela para que comiera cosas que a primera vista no me gustaban, diciéndome que a cada cucharada de aquella sopa de verduras que me comía me volvía más alta, más esbelta, más parecida a Cenicienta

Añoro los recreos en los que jugaba a polis y cacos, los libros en los que me enfrascaba cuando era pequeña, la ilusión que me hacía comerme un bocadillo de nocilla o comprarme un sobre de estampas de "Vida y Color" (sí, se ve que ahí ya tenía el rejo de médico XD) Las tardes que pasaban volando jugando a las muñecas, y las series de dibujos animados de antaño como Willy Fog y la vuelta al mundo en 80 días, Érase una vez (en todas sus variantes), Sailor Moon, Reena y Gaudi, y algunas "algo" más modernas como Card Captor Sakura, la cual a veces vuelvo a ver con enorme añoranza. 

Pero no todo es nostalgia. Los años se llevan muchas cosas, pero me han traido otras. Momentos inolvidables, como las primeras veces que salí con mis amigas, el primer chico que me gustó, el primer beso, el primer amor, la primera vez. Días sonados como aquel en el que me confirmaron que tras mis extenuantes esfuerzos en la PAU podría entrar en la carrera que había elegido, el día que pisé por primera vez la universidad, o aquella declaración "sutil" que le hice a mi novio el día antes de que comenzásemos a salir (me pasé la noche entera sin dormir pensando en que la había fastidiado buena XD y resulta que al final fui correspondida) 

Y ahora puedo hacer cosas que muchos no podrían hacer, como el encontrar errores garrafales en House, o preguntarme por qué demonios en todas las series de hospitales las radiografías salen al revés XD. 

En definitiva, me hago vieja, y es algo inevitable. Me deseo un feliz cumpleaños, y ¡espero que sean muchos más!

lunes, 5 de abril de 2010

De vuelta a la rutina, el karma contraataca

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Lunes... Comienza de nuevo la agotadora rutina de clases, prácticas, trabajos, exámenes y demás después de haber podido disfrutar de una semana en la que me propuse seriamente no tocar ni un libro (ni un libro o apunte de medicina, claro está, que otros sí que me los he leido. De hecho he estado enfrascada leyendo Las Vírgenes del Paraíso, de Bárbara Wood, y he curioseado un poco Muerto hasta el anochecer, de Charlaine Harris)

Y como la semana en general ha sido buena, y he llegado a sentirme desconectada de todo después de mucho tiempo (siempre me coincidía que tenía exámenes según llegaba de cualquier tipo de vacaciones, así que no las podía disfrutar del todo, pero esta vez no tengo examen alguno hasta el día 30 de abril) pues ya desde ayer por la tarde el karma hacía de las suyas, y me daba ostiones (con perdón) para que bajase de mi nube de relax y bienestar...

Empezó todo a eso de las 5 y media. Un ligero dolor de cabeza embotaba mi mente, y no parecía querer irse con el termalgin (paracetamol) que me tomé. Era algo molesto, pero podía aguantarlo perfectamente. La cosa es que cuando me dan esos dolorcitos suaves pero constantes sé cómo suele acabar la cosa... Y en mi cabeza parpadeaba una alarma que repetía en rojo y mayúscula: "MIGRAÑA".

Total, que ya estando de mal humor debido a la desagradable sensación que llenaba mi cabeza y a la certeza segura de que iría a peor, me recuerda un compañero de clase, por el msn, que hoy tenemos prácticas. Ahí fue cuando ya pensé lo de siempre "ya sabía yo que me tocaba alguna putadilla pronto, que si no el caos universal iba a ser monumental"

Y así, tal y como había previsto, la cosa fue a peor. Me martirizaba la idea de despertarme temprano después de tantos días y además tener que pasarme casi la totalidad del día en la facultad debido a las prácticas, y a la vez sentía cómo mi dolor de cabeza iba en aumento. A eso de las 7 acabé diciéndome: Migraña, sin duda.

Mi domingo, mi despedida de las vacaciones fue una tarde-noche con la luz apagada, las cortinas y la puerta cerradas y la almohada alrededor de la cabeza. Y cuando volví a abrir el ojo, pensando que ya se me había pasado, era tarde y a penas pude disfrutar de los últimos resquicios de mi libertad. Además aún tenía esa sensación molesta entre las sienes, que me hacía sentir que me había dado un porrazo en medio de la frente.

Cuando me fui a dormir con intención de descansar y poder despertarme temprano sin morir en el intento, el dolor de nuevo fue en aumento,  contraatacando y martirizándome porque era perfectamente consciente de que tenía que dormirme, que si el maldito dolor de cabeza no se me pasaba, me darían las tantas y sería un zombie al día siguiente. Y así ocurrió. La última vez que miré el reloj antes de lograr conciliar el sueño, eran las 4 a.m. Y me tenía que despertar a las 6.20 a.m

Fui incapaz de mover un sólo músculo. Mi madre vino a despertarme porque no me levantaba con el despertador, y creo que emití una especie de gruñido, fui a desayunar, y le dije que me volvía a la cama, que no iba a aguantar despierta en clase. Y para dormir en la facultad, mejor duermo un poco más en casa ¿no?

Así que dormí un par de horitas más, y le di por **** al karma. He dormido poco, aun así, pero al menos sobreviviré. Ahora me encuentro en la sala de informática esperando a que termine la clase de la tercera hora. Entonces volveré a incorporarme... A la tediosa rutina de siempre.